martes, 16 de noviembre de 2010

Una llama,
como fuego.
Es así.

Te puede mantener cálido
feliz, se siente bien,
no hace más frío.

Y luego se quiere apagar y necesitas recuerdos para mantenerla prendida.
Cada recuerdo es como un madero que aviva la llama pero solo pueden resistir un tiempo. Luego se agotan y te das cuenta de que tratabas de mantenerla viva solo, cuando el trabajo debería ser de dos. Te das cuenta de que te quedaste solo en eso. Y no debe ser así.

Conforme se van acabando es más fácil dejarlo ir.
Al final solo cenizas quedan.
Y esas se las lleva el viento.

1 comentario:

Andrea Drozen dijo...

es demasiado triste cuando algo de dos se convierte en trabajo de uno, lo mas triste es dejarlo todo y entender que asi no deben ser las cosas :/